Relatos de hospital

happy El día de la operación no estaba tan nervioso como pensé que iba a estar. Mi mano no temblaba, ni mis piernas tampoco; signos típicos de cuando estoy cagado de miedo.

Llegué al hospital y me llevaron a la pieza 4, cama 4. Ahí estaba mi cama, el velador, mi batita blanca. Me mandaron a bañar para luego depilarme uy

Me bañé. Me saqué unas fotos con el celular para darme ánimos. Llamé a unos amigos para «despedirme». Fue traumático amarrarse la famosa bata. ¿A quién se le ocurre hacer una weá abierta atrás, con tiritas? Para una mujer no debe ser tan difícil manejarla, por su experiencia con el sostén y con el delantal, las más asendosas, pero uno no tiene ese teje-maneje. Además, la de arriba la amarré; la segunda, a la altura de los homóplatos, tuvo su grado de dificultad; la tercera me costó más, porque me veía en el espejo y mis ojos veían algo, pero el reflejo veía lo contrario; pero la cuarta… simplemente faltaba una tirita de la cuarta, por lo que me vi en la necesidad de envolverme en la toalla, para no andar mostrando mi peludo trasero por los pasillos del hospital.

Me quedé al lado de la cama mirando hacia afuera, por si era última vez que podía ver el cielo. Al momento llegó una muchacha parecida a Mariana Loyola con la intención de depilarme. Sacó una afeitadora eléctrica, y como sureño que pela ovejas, comenzó su faena por mi guatita peluda, hasta que me la dejó blanquiiiiiiiita. Para abajo no hizo nada. Me dejó con el mismo corte milico que estilo de costumbre jiji Después me preguntó «¿te haz hecho lavado de estómago?» No, fue mi respuesta. «Date vuelta entonces». ¡Doh! Sin decir «agua va» o por último un «te quiero» introdujo eso plástico por mi chico julio y así fue como perdí mi virginidad anal. Las ganas de liberar a Willy fueron instantáneas, pero tenía que aguantarme unos 10 minutos. La explosión luego, en el baño, fue increíble.

Cuando llegué de vuelta a la pieza, me metí a la cama y unas 6 enfermeras se abalanzaron sobre mí, aunque no recuerdo para qué. A la velocidad del peo agarraron mi cama y me arrastraron camino a la sala de operaciones. Alcancé a decirle chao a mi mamá y me ingresaron. Ahí dentro me preguntaron varias cosas, onda cuanto pesaba, cuanto medía (yo), si hacía deporte, si era alérgico a algún medicamento, etc. Cuando terminó la entrevista, llegamos a una pieza donde solamente vi dos enormes lámparas con luces y en donde me veía a mí mismo reflejado, y un montón de instrumentos que me enchufaron y hasta aparecía en pantalla poco menos, lo que estaba pensando.

No pude ocultar mi miedo y le dije a quien estaba a mi lado que tenía cosas pendientes por hacer y quería que todo saliera bien. «Todos tienen miedo a dormirse» me dijo. Yo no tenía miedo a dormirme… ¡tenía miedo de no despertar! Como consuelo me dijo que todos despertaban. Me pasé de la cama a la camilla de operaciones, la que es delgada y con cototos, para que el cuerpo quede lo más amoldado a su estructura. A los pocos segundos llegó un hombre, a quien no le vi la cara y dijo que me iban a anestesiar. «¿Cuánto se demora en hacer efecto? – Menos de un minuto». En efecto, me pusieron suero, le agregaron la fórmula mágica y a los pocos segundos perdí el foco de la visión. Cerré los ojos. Sentí un calor de la misma manera que siente una hoja de papel cuando la escanean, desde la cabeza a los pies y no supe más del mundo.

Yo juraba que iba a tener conciencia de lo que hablaban, del tiempo, pero nada.

Desperté según yo, unos minutos después (2 horas aproximádamente) con el sonido intermitente del bip que marcaba mi presión. Intenté ver cuánto tenía, pero no podía, producto del aweonamiento de la anestesia. Escuchaba a mis pies a dos mujeres que hablaban acerca de lo poco del aguinaldo y cosas por el estilo.

«¿Ve que despertó? 🙂 «, me dijo la mujer a la cual le había manifestado mi miedo.

Cuando me sacaron de la sala de recuperación, a la primera persona a quien vi fue a mi mamá. «¿Cómo estai, monito? – ¿Quién es usted, señora?» Se rió, luego de la larga y angustiosa espera. (Le escuché esa frase a Fox Mulder, en un capítulo de los X-Files).

De ahí en adelante, recién empecé a saber con quién estaba compartiendo la pieza.

Don Humberto agarraba para el leseo a las enfermeras diciéndoles que quería unos elásticos, porque tenía la horcaja lista. Le habían cortado dos dedos de los pies. Don José estaba mucho mejor, luego de haber sufrido una caída de un camión, haber sido cuasi aplastado, que se le saliera el ojo de la cuenca ocular, que lo salvaran de dos paros cardíacos y varias cosas más. Pablo era un hombre normal hasta hace 3 meses atrás, cuando sufrió un accidente bascular que lo dejó postrado en cama, vegetal. Las escaras en sus piernas lo hacen llorar, gritar y sufrir todo el día. Como no puede hablar bien (se le entiende muy poco), la mayoría del tiempo solamente grita. El caballero del lado de mi cama soplaba un «juguete» que le dejó un doctor, para superar un estado de enfermedad pulmonar que lo tenía botando flemas con sangre. Cuando superara eso, lo iban a operar de cataratas.

Conversé bastante con ellos. No tuve tiempo de aburrirme. Claro que al momento de volver de la operación me encontraba en un estado de conciencia total, pero de mucho sueño a la vez.

Como pocas personas sabían de mi operación, recibí la visita de mi amiga Vero… una de mis queridas colaboradoras. Llamados telefónicos y sms también. Hasta la visita fugaz, pero llena de fé del padre Victor y don Osvaldo.

A las pocas horas de operado, tuve que dar mis primeros pasos. Obviamente con dolor y con el carrito de los sueros a la rastra.

En la tarde me cagué de la risa con las enfermeras más jóvenes, que (espero me lo confirmen) hacían su práctica. Me causaba risa las cosas que hacían y lo jugosas que eran. Recuerdo especialmente a Ivania y a Gabriela. Les saqué fotos y lo pasé bien con ellas. Lamentablemente por cada risa que me daba, igualmente me daba dolor en las heridas.

En la noche, y cuando ya se habían ido las visitas, vimos las noticias del Mega. Más risa me dio todavía al ver al señor Lagos Weber bailando ¿cueca? No entiendo… tienen todo el año para aprender, o por último ensayar un poco para no hacer tamaño ridículo, pero no… Después dieron Matrimonio con hijos y remataron con Morandé con Compañía. Tuve que hacerme el leso y ponerme a escuchar música para no reirme.

Llegó la hora de apagar la luz. Cuando alguno de los pacientes prendía su luz, Pablo al parecer se desesperaba o quería comunicarnos algo, y empezaba a gritar. Eso fue varias veces en la noche, la cual salvé escuchando música hasta las 6 de la mañana, hora en la que nuevamente se encienden las luces y comienzan las rondas de chequeo.

Así fue más o menos el día. En la mañana me fue a ver el doctor y me hundió las heridas para ver qué tanto dolían. Me encontró super bien, así que me dió el ok para irme ese mismo día. Luego del almuerzo sin sal y de darme una dieta super liviana, marché a casa y le dije adiós a mis compañeros de pieza.

Ahora solamente me queda cuidarme, seguir el régimen por 15 días y después de eso acepto invitaciones a comer todo lo que no he comido en los casi 2 meses que ha durado esta odisea de dolores y abstinencias de comidas.

Agradezco a quienes se han preocupado por mí, me han venido a ver, me han llamado, mandado mensajes, rezaron, me enviaron sus buenas ondas y todo eso 🙂

Les dejo una foto de las enfermeras y un video donde se puede oir a Pablo. Don José no se ve, porque justo en ese momento tenían corrida la cortina, porque le estaban sacando una manguera que le tenían conectada ahí mismo.

¡Hagan clic en las fotos para verlas más grandes!


Video:
Si me acuerdo de más cosas, actualizaré este mismo post.

5 respuestas to “Relatos de hospital”

  1. Nicolas Dobson Says:

    Puta wn, la raja que todo haya salido bien. Igual lata que estas cosas pasen, pero bueno, asi es la vida… ¿A cuantas enfermeras te jotiaste? ¿Tenis cita con alguna?
    Saludos…

  2. Ann Says:

    Por mi culpa por mi culpa por mi gran culpa.. soy la amiga desaparecida… que estaba en estado de autismo profundo mientras tu mi Rpecito estabas en el pre y post operatorio…

    Me alegra que todo haya salido bien.. y que ahora te estes cuidando… nada de andar comiendo cositas ricas… despues come por los 2 :tonta:

    Cariños por montones pa usted muaks

  3. Janoski Says:

    Puta don Rodolfo que debe haber disfrutao la sodomizacion por cateter :xuncoco:

    Me sumo a lo que dice Nicolas, cuantas enfermeras salieron joteadas de ahi, eh?

    Ojalá te mejores pronto y salgamos a comer un rumano completo en la Fuente Alemana a la salida de la pega!

    Que disfrutes estos dias de descanso y salud! por ti estimado amigo.

    Saludos

  4. Rodolfo Palominos Says:

    Nicolás, no seas mal hablado -_- Jotear no es lo mío. Me divertí con lo jugosas que eran, pero nada más… -_-

    Ann, usted calmadita no más… ambos tenemos nuestros demonios que atacar, así que no te preocupes :3 Cuando esté mejor me voy a comer algo rico… o rica… xD

    Janoski, no le pregunté si gozó con el dolor «peneano» xD
    Daaaaaaale con lo de jote -_-
    Nunca he comido romano… acepto invitaciones para cuando esté bien! :xuncoco:

  5. ND (Ex "Quintralo") Says:

    Entonces, no invitaste a salir a ninguna?
    Pucha RP que mal, si tener a una enfermera de esposa es una gran decision. Alguien que te cuide para toda la vida. xD

    Algun dia te invitare a una romana y una arabe tambien xD.

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